Adelanto del tercer libro de la trilogía Mara Dyer
Entraba y salía de la consciencia mientras el tiempo se estrechaba y fluía alrededor mío. Los sueños y la realidad se confundían, pero prefería los sueños. Noah estaba en ellos.
Soñaba sobre nosotros, caminando mano en mano por una calle repleta en medio del día. Estábamos en New York. Yo no tenía ninguna prisa, podría caminar con él por siempre, pero Noah sí. Me jaló consigo, fuerte y determinado y sin sonreír. Hoy no.
Nos tejíamos entre la gente, de alguna manera sin tocar a nadie. Los árboles eran verdes y floridos. Era primavera, casi verano. Un fuerte viento sacudió unas pocas flores firmes de las ramas y las mandó a nuestro camino. Las ignoramos.
Noah me dirigió a Central Park. Estaba pululante con vida humana. Mantas de colores brillantes aparecían atravesando el pasto, las pálidas, alargadas formas de la gente contorsionándose sobre ellas como gusanos en una fruta. Pasamos la presa, el sol reflejándose de su superficie, y entonces la multitud empezó a espesarse.
Se amontonaban como en un embudo mientras subíamos una colina, por encima y a través. Hasta que pudimos verlos a todos debajo de nosotros, enojados y eléctricos. Noah abrió su bolsa. Sacó la pequeña muñeca de trapo, la de mi abuela. La que habíamos quemado.
*Articulo escrito y traducido por Mara Dyer Spanish
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